Historia

Los GRADOS FILOSÓFICOS, desde el Cuarto al Trigésimo tercero, son simplemente la extensión litúrgica del tercer grado, y cada uno de ellos nos induce en sus excelsas alegorías, enseñanzas y símbolos a establecer la necesidad de una profunda investigación y reflexión sobre el significado de sus contenidos filosóficos: sobre la moral, el honor, la convivencia humana, los factores políticos, sociales, económicos y religiosos; sus conceptos son hermosos y estimulantes, complejos y, a la vez, rigurosos, porque ese es el único y verdadero camino de la ilustración masónica y la legítima aspiración del auténtico Masón.

​La Masonería es una amplia sucesión de alegorías, sin embargo, éstas son simples vehículos que transportan grandes lecciones de moralidad y filosofía. Uno aprecia completamente su espíritu, sus objetivos y sus propósitos, cuando avanza en los diversos grados, puesto que constituyen un gran sistema, completo y armonioso.

Los primeros tres grados simbólicos, nos han llegado de una época cuando los símbolos eran utilizados, no para revelar, sino para cubrir. Era una edad tan llena de misterio como de magia e ignorancia por lo que el aprendizaje más común se confiaba a unos pocos selectos. Era una época en la que los principios que nos parecen actualmente los más simples sobre moralidad, en aquellos tiempos parecían verdades recientemente descubiertas.
Por lo tanto, puede parecerle a uno que sus lecciones en moralidad no son nuevas, que la instrucción científica es solo muy rudimentaria y, los símbolos, son explicados en forma imperfecta. Sin embargo, estos grados antiguos, pero hermosos, aún se mantienen en su ruda grandeza, como las quebradas columnas druídicas de un templo sin techo. Son la entrada al gran templo masónico, las triples columnas del pórtico.

Han dado el primer paso sobre el umbral, a través del pórtico, hacia el santuario interno y el corazón del templo. Ahora están en el camino que conduce, cuesta arriba, a la montaña de la verdad. Depende de su empeño, de su reserva, obediencia y fidelidad, para avanzar o seguir estacionario.

Piensen brevemente que no se puede ser un verdadero Masón aprendiendo solamente lo que comúnmente llamamos “los trabajos”. La masonería tiene una historia, una literatura y una filosofía. Sus símbolos y ceremonias les enseñarán mucho o poco, pero mucho, muchísimo más debe ser buscado en otra parte.
Porque el Masón verdadero es, o debe ser, un serio investigador del conocimiento. Unas pocas lecciones rudimentarias en arquitectura, algunas máximas familiares de moralidad, pero no deben, no pueden satisfacer al investigador serio que persigue la verdad masónica. Dejemos al hermano que esté contento con tan poco, que no busque subir más arriba; pero no por eso, dejará de ser un hermano fraternal.

Si quieren entender las hermosas y armoniosas proporciones de la masonería, deberán leer, estudiar, reflexionar y discriminar. Si hacen esto, aprenderán que la francmasonería es una benefactora universal de la humanidad, nacida en la misma cuna de la raza humana.

Aprender, hacerse sabio, es una necesidad de cada alma verdaderamente noble. Enseñar, compartir nuestra sabiduría y conocimiento con otros, es el impulso de esa naturaleza noble y el trabajo más digno del hombre. Lograr la verdad y servir a nuestro país y la humanidad, es un destino verdaderamente enriquecedor.

(versión modificada de un texto del “Portal Masónico del Guajiro” http://eruizf.com/masónico)